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Apuntes/Sociedad

TRANSMISIÓN DE LA TENDENCIA A LA DISCRIMINACIÓN

EN HISPANOAMÉRICA

Autor
Pablo Spangenberg
pablospangenberg@hotmail.com


Resumen

El trabajo se propone demostrar que la tendencia a la discriminación se transmite por medio de la escritura con no otro método que la observación de los escritos públicos y evaluación de los mismos. La conclusión que se tiene es que esta tendencia está presente en la omisión de la tilde en las letras mayúsculas cuanto el significante mutilado representa también a un sujeto para otro significante.


TRANSMISIÓN DE LA TENDENCIA A LA DISCRIMINACIÓN EN HISPANOAMÉRICA

INTRODUCCIÓN:

Es no menos difícil concebir un aprendizaje que una enseñanza. Se considera, en general, tareas imposibles la educación, la política y el psicoanálisis. Esto, en cuanto el propósito de llevarlas a cabo ni la posibilidad de hacerlo bastan para que tengan el efecto que se supone o pretende. No podría ser de otra manera ya que lo que se dice no tiene relación unívoca, directa o, simplemente, no tiene que ver con aquello que se escucha ni lo que se muestra o enseña con aquello que se ve o aprende y, menos aún, lo que se escribe con aquello que se lee.
Somos, de alguna manera dicho, leídos por el texto. Aunque no por todo. Somos leídos en cuanto puede decirse también que los objetos nos miran o somos mirados por ellos Esto se afirma en cuanto de aquello que es visto sólo algunos objetos son captados por la mirada en razón de que éste estímulo que la atrae y, por ende, la tiene por objeto es algo donde el sujeto está presente. El sujeto es detenido allí donde una dificultad que elabora, una dificultad que atañe a cómo se repite en cuanto sujeto no puede sino procesarla.,O, acaso, que otra repetición o trastorno ya de índole patológico sea por el cual haya sido tomado. Ergo, en lo que ve, escucha o siente está el sujeto. Ello es efecto de que la interpretación es algo que nos precede - para decirlo en sentido estricto- o de la cultura - para decirlo en sentido lato- que habla a través nuestro. Y no es otra cosa la que la nos ha hecho y, desde luego, nos habita. Es, también, la cuestión relativa al significado que no tiene relación unívoca, directa o que no tiene que ver estrictamente con el significante del cual es efecto. El carácter arbitrario del segundo mencionado requiere de un discurso que le lleve al lenguaje como vínculo. Lo escrito resultará efecto del discurso y la letra también. Pero no por ello es para ser comprendido como bien puede colegirse.

DESARROLLO :

Efectivamente hay cosas que no se comprenden de manera alguna aunque se tienda a incorporarlas para no quedar la palabra o frase incomprendida fuera del discurso y preservarlas así de exclusión otorgándoles algún significado bajo la pena de que el proceso inverso se lleva a cabo; esto es: la exclusión del lector.
Mas como somos leídos por el texto en cuanto rescatamos de los mismos no todas las palabras, se hacen de tal manera distintos sujetos lectores o distintas lecturas.
El discurso dominante, en cuanto aquel que se ha impuesto en el pueblo argentino, ha hecho del idioma español su código o manera de usar el vínculo del lenguaje. Y lo usa de singular forma. Quiero destacar una de las que adquiere que hace a lo que es común a la mayoría del pueblo. No haré referencia al idioma en razón de aquél que refiere Jorge Luis Borges en El idioma de los argentinos o al que puntuara espléndidamente Roberto Arlt. Quisiera hacer referencia a aquél que es dable observar en las calles mediante pancartas, carteles, grafitos, publicidad y otros donde, cuando escritos en letras mayúsculas, se omite el uso de la tilde o acento ortográfico. Puede leerse entonces ferreteria, libreria, carniceria, Cordoba, policia, espectaculo y una muchedumbre más que pululan incluso con carácter oficial, es decir, colocadas por los gobernantes, ocasionales representes del pueblo.
Esto, lejos de modificar, crea y mata palabras. No es la cuestión de palabras donde se da la homofonía. Son palabras que adornan, intitulan, aquello que el discurso corriente toma por tal y, en algunos casos, puede dar lugar a confusión. Es una alteración de la palabra, en el cuerpo de la palabra que es la letra. Aunque la letra en tanto cuerpo no habría de decir que se altera sino, antes bien, que se mutila. Cuerpo, afirmo, en cuanto a la índole imaginaria que ocupa el límite del inconsciente. Limite en cuanto también está el mismo inconsciente estructurado como lenguaje y sus significantes estarán asimismo limitados en número por causa del efecto de la castración simbólica. Tal vacío podrá ser considerado el lugar donde va a intentar rellenarlo la idea del cuerpo, la imagen del mismo y, por tanto, también el lugar que ocuparán las formaciones del inconsciente como son los síntomas y los sueños; y será ese lugar vacío donde las letras, con su carácter imaginario, irán a dibujarse. Es mediante el cuerpo que se transmite y el de la letra también es el medio de la transmisión.
Pero esta singular grafía que he comentado y es ostentada por la mayoría del continente hispano americano lo es sólo con las letras mayúsculas pues cuando escritas están en letras minúsculas no resultan alteradas. Cabe señalar que la tilde es la distinción que diferencia en muchas ocasiones al fin pronombres, sustantivos, verbos, etc.. Y es, por cierto, aquello que hace a la letra más propia del idioma que habla en nosotros pues es la ene que con tilde a la eñe hace.
Estos gestos de omisión no menos necios que ignorantes muestran y al mostrar enseñan y no dejan de transmitir a las generaciones venideras la forma en la cual pueden y tienden a abolirse tales palabras, significantes ellas que representan un sujeto para otro significante lo cual es, a su vez, pedido por el discurso. Un significante lleva a otro significante como un sujeto lleva a otro. No se requiere leer a Sausure, a Freud o a Lacan para entender lo que la mutilación de una letra supone.
Es de lamentar, por ejemplo, el recordar para ello que en los alrededores de marzo de 1976 en Argentina hubo quienes alteraron/ mutilaron el nombre de niños a efectos de robarlos , según la carátula legal, cuando esto implicaba la muerte de un nombre donde habitaba un sujeto, significante para otros, en este caso abuelas, madres o quienes estos significantes representaran.
Aquello excluido de tal manera no hace sino retornar y reclamar su connotación de existencia como atañe a la verdad que insiste en su reconocimiento. En el ejemplo dado es más evidente pues atañe a los patronímicos pero no ocurre algo distinto con los carteles y escritos público donde se verifica esa tendencia. Es sólo una tendencia a lo que entiendo como discriminación que bien puede ser entendida como tendencia propia de todo discurso que al tomar faz pública y, en relacionándola a la letra, no puede dejar de pensarse que es una transmisión.
Puede objetarse que es sólo una pequeña raya pero así es la escritura, pequeños puntos y rayas; y en esos dibujos que forman puede habitar un sujeto. Es el escrito cuerpo de la letra y es emblema imaginario que va al lugar del imaginario monumento de carne que habitamos. Transmitimos por medio del representante que es la escritura. La tilde distingue a la letra y a la palabra. Tal distinción la hace particular y evita su generalización lo cual puede ser requisito para la discriminación. Evita que la letra sea indistinta y que puede descartarse por esa razón.
En los comienzos de este artículo referí a la dificultad de considerar el aprendizaje en función de aquello que queremos mostrar o enseñar. No sería la cuestión, obviamente, la pretensión de abolir el acento ortográfico. Tampoco es, como pudo haberse entendido, el que se pretenda reconocer un dialecto o la independencia del idioma que pudiera incluir los postulados de Sarmiento o Andrés Bello o el reconocimiento de tecno-lectos ni la represión o permisividad de lo autóctono. Tampoco es el pensar si un dialecto es superior a otro más allá de que esto se considere que no pueda ser planteado por un elemental problema de segregación. Es la tendencia, no más que la tendencia, arbitraria de mutilar el signo lo cual interpreto como una tendencia discriminatoria.
Al preguntárseme en una ocasión porqué leía así o, si acaso, siempre lo hacía de la misma manera invertí inmediatamente la pregunta diciéndome ¿cómo no leen? Luego pensé que la gente no lee lo que ve sino que lee lo que sabe. Recordé para ello unas palabras de Picasso en relación de una pregunta que le formuló una señora en una muestra del artista donde éste contestó: pinto lo que sé, no pinto lo que veo .
Resulta evidente que la gente, en general, lee lo que sabe y escribe igualmente lo que sabe leer. El saber en tanto se constituye en la articulación de significantes establece un juicio. El juicio, la más de la veces como en este caso, discrimina al ignorante que no aprendió a leer o que lee mal o no le fue enseñado la correcta lectura y uso del idioma. El saber se produce toda vez que se ejerce y tiene por tanto de característica el ser actual. Es así que esa transmisión que se realiza es de actualidad. Ergo, cabe colegir que es dominante el acumular saber y reproducirlo. Este saber fue una vez asimilado por medio de alguna transmisión o enseñanza. Obviamente que también es algo notable en el pueblo latino americano el que esté en sus pretensiones las cuales no llevan poco tiempo de vigencia esa acumulación de saber y el valorar por ello la erudición. Ésta no es otra intención que aquella que oblitera, tapa o cubre la ignorancia. Al proceder de esta manera si bien disimula la misma lo hace al precio de, paradójicamente, mantenerla, de preservarla. El saber, por el contrario, requiere de la ignorancia. Y la requiere a efectos de usarla. No puede ejercerse el saber sin hacer uso de la ignorancia e incluso de, algunas veces, necesitar el mostrarla. Es la cuestión de la sabiduría que , como puede fácilmente colegirse, no condice con la erudición. El trato de la ignorancia es la diferencia esencial: quien propende a la erudición la mantiene, la preserva y la cubre; quien, en cambio, propende a la sabiduría la expone a efectos de usarla, la descubre y, al hacer saber, la elimina. Que el uso de idioma dé metafóricamente cuenta de esta particularidad latinoamericana no es extraño de manera alguna.

CONCLUSIÓN :

Pese a que pueda resultar arrogante, comienzo a concluir con la frase no ven lo que ignoro y el saber puede segregar. Me ha resultado harto común el que, en la manifestación que es la escritura pública, expone la mayoría del pueblo latinoamericano su hábito de tender a la discriminación observado esto en la mutilación de las letras cuando son escritas en mayúsculas. Es óbice que muestra toda vez que enseña e inculca a las futuras generaciones la costumbre que pondera la ilustración erudita con el no menor costo que implica la segregación. Suele la necedad ser excelente compañera de la discriminación y los necios, se sobreentiende, no aprenden aquello que enseñan .

RESUMEN

Este artículo refiere a cómo se transmite la disposición a discriminar, a segregar. Establece una de las formas en que esto se lleva a cabo que es mediante la escritura y, especialmente, la que se ofrece públicamente. Confiere, asimismo, a la escritura del idioma español en hispanoamérica, el ser un medio de trasuntar que posee la población. Destaca la importancia del acento ortográfico y cuánto su ausencia en las palabras escritas con letras mayúsculas conlleva una mutilación de lo escrito que asocia a la que se puede dar en cada sujeto. Allí deduce cuánto el sujeto está en cada significante por lo que grave resulta tal falta en la escritura. Ello, afirma, es común y propio de la idiosincrasia del argentino tanto como la del latinoamericano. Alude, a su vez, a la tendencia a la erudición de estos pueblos que preservan de tal manera la ignorancia y no dan lugar a la sabiduría o producción de saber. El aprendizaje de un saber así ajeno induce en ocasiones a la discriminación que observa en las palabras escritas con letras mayúsculas en los carteles públicos y otros.