Resumen
El trabajo
se propone demostrar que la tendencia a la discriminación se
transmite por medio de la escritura con no otro método que la
observación de los escritos públicos y evaluación
de los mismos. La conclusión que se tiene es que esta tendencia
está presente en la omisión de la tilde en las letras
mayúsculas cuanto el significante mutilado representa también
a un sujeto para otro significante.
TRANSMISIÓN DE LA TENDENCIA A LA DISCRIMINACIÓN EN HISPANOAMÉRICA
INTRODUCCIÓN:
Es no menos
difícil concebir un aprendizaje que una enseñanza. Se
considera, en general, tareas imposibles la educación, la política
y el psicoanálisis. Esto, en cuanto el propósito de llevarlas
a cabo ni la posibilidad de hacerlo bastan para que tengan el efecto
que se supone o pretende. No podría ser de otra manera ya que
lo que se dice no tiene relación unívoca, directa o, simplemente,
no tiene que ver con aquello que se escucha ni lo que se muestra o enseña
con aquello que se ve o aprende y, menos aún, lo que se escribe
con aquello que se lee.
Somos, de alguna manera dicho, leídos por el texto. Aunque no
por todo. Somos leídos en cuanto puede decirse también
que los objetos nos miran o somos mirados por ellos Esto se afirma en
cuanto de aquello que es visto sólo algunos objetos son captados
por la mirada en razón de que éste estímulo que
la atrae y, por ende, la tiene por objeto es algo donde el sujeto está
presente. El sujeto es detenido allí donde una dificultad que
elabora, una dificultad que atañe a cómo se repite en
cuanto sujeto no puede sino procesarla.,O, acaso, que otra repetición
o trastorno ya de índole patológico sea por el cual haya
sido tomado. Ergo, en lo que ve, escucha o siente está el sujeto.
Ello es efecto de que la interpretación es algo que nos precede
- para decirlo en sentido estricto- o de la cultura - para decirlo en
sentido lato- que habla a través nuestro. Y no es otra cosa la
que la nos ha hecho y, desde luego, nos habita. Es, también,
la cuestión relativa al significado que no tiene relación
unívoca, directa o que no tiene que ver estrictamente con el
significante del cual es efecto. El carácter arbitrario del segundo
mencionado requiere de un discurso que le lleve al lenguaje como vínculo.
Lo escrito resultará efecto del discurso y la letra también.
Pero no por ello es para ser comprendido como bien puede colegirse.
DESARROLLO
:
Efectivamente
hay cosas que no se comprenden de manera alguna aunque se tienda a incorporarlas
para no quedar la palabra o frase incomprendida fuera del discurso y
preservarlas así de exclusión otorgándoles algún
significado bajo la pena de que el proceso inverso se lleva a cabo;
esto es: la exclusión del lector.
Mas como somos leídos por el texto en cuanto rescatamos de los
mismos no todas las palabras, se hacen de tal manera distintos sujetos
lectores o distintas lecturas.
El discurso dominante, en cuanto aquel que se ha impuesto en el pueblo
argentino, ha hecho del idioma español su código o manera
de usar el vínculo del lenguaje. Y lo usa de singular forma.
Quiero destacar una de las que adquiere que hace a lo que es común
a la mayoría del pueblo. No haré referencia al idioma
en razón de aquél que refiere Jorge Luis Borges en El
idioma de los argentinos o al que puntuara espléndidamente Roberto
Arlt. Quisiera hacer referencia a aquél que es dable observar
en las calles mediante pancartas, carteles, grafitos, publicidad y otros
donde, cuando escritos en letras mayúsculas, se omite el uso
de la tilde o acento ortográfico. Puede leerse entonces ferreteria,
libreria, carniceria, Cordoba, policia, espectaculo y una muchedumbre
más que pululan incluso con carácter oficial, es decir,
colocadas por los gobernantes, ocasionales representes del pueblo.
Esto, lejos de modificar, crea y mata palabras. No es la cuestión
de palabras donde se da la homofonía. Son palabras que adornan,
intitulan, aquello que el discurso corriente toma por tal y, en algunos
casos, puede dar lugar a confusión. Es una alteración
de la palabra, en el cuerpo de la palabra que es la letra. Aunque la
letra en tanto cuerpo no habría de decir que se altera sino,
antes bien, que se mutila. Cuerpo, afirmo, en cuanto a la índole
imaginaria que ocupa el límite del inconsciente. Limite en cuanto
también está el mismo inconsciente estructurado como lenguaje
y sus significantes estarán asimismo limitados en número
por causa del efecto de la castración simbólica. Tal vacío
podrá ser considerado el lugar donde va a intentar rellenarlo
la idea del cuerpo, la imagen del mismo y, por tanto, también
el lugar que ocuparán las formaciones del inconsciente como son
los síntomas y los sueños; y será ese lugar vacío
donde las letras, con su carácter imaginario, irán a dibujarse.
Es mediante el cuerpo que se transmite y el de la letra también
es el medio de la transmisión.
Pero esta singular grafía que he comentado y es ostentada por
la mayoría del continente hispano americano lo es sólo
con las letras mayúsculas pues cuando escritas están en
letras minúsculas no resultan alteradas. Cabe señalar
que la tilde es la distinción que diferencia en muchas ocasiones
al fin pronombres, sustantivos, verbos, etc.. Y es, por cierto, aquello
que hace a la letra más propia del idioma que habla en nosotros
pues es la ene que con tilde a la eñe hace.
Estos gestos de omisión no menos necios que ignorantes muestran
y al mostrar enseñan y no dejan de transmitir a las generaciones
venideras la forma en la cual pueden y tienden a abolirse tales palabras,
significantes ellas que representan un sujeto para otro significante
lo cual es, a su vez, pedido por el discurso. Un significante lleva
a otro significante como un sujeto lleva a otro. No se requiere leer
a Sausure, a Freud o a Lacan para entender lo que la mutilación
de una letra supone.
Es de lamentar, por ejemplo, el recordar para ello que en los alrededores
de marzo de 1976 en Argentina hubo quienes alteraron/ mutilaron el nombre
de niños a efectos de robarlos , según la carátula
legal, cuando esto implicaba la muerte de un nombre donde habitaba un
sujeto, significante para otros, en este caso abuelas, madres o quienes
estos significantes representaran.
Aquello excluido de tal manera no hace sino retornar y reclamar su connotación
de existencia como atañe a la verdad que insiste en su reconocimiento.
En el ejemplo dado es más evidente pues atañe a los patronímicos
pero no ocurre algo distinto con los carteles y escritos público
donde se verifica esa tendencia. Es sólo una tendencia a lo que
entiendo como discriminación que bien puede ser entendida como
tendencia propia de todo discurso que al tomar faz pública y,
en relacionándola a la letra, no puede dejar de pensarse que
es una transmisión.
Puede objetarse que es sólo una pequeña raya pero así
es la escritura, pequeños puntos y rayas; y en esos dibujos que
forman puede habitar un sujeto. Es el escrito cuerpo de la letra y es
emblema imaginario que va al lugar del imaginario monumento de carne
que habitamos. Transmitimos por medio del representante que es la escritura.
La tilde distingue a la letra y a la palabra. Tal distinción
la hace particular y evita su generalización lo cual puede ser
requisito para la discriminación. Evita que la letra sea indistinta
y que puede descartarse por esa razón.
En los comienzos de este artículo referí a la dificultad
de considerar el aprendizaje en función de aquello que queremos
mostrar o enseñar. No sería la cuestión, obviamente,
la pretensión de abolir el acento ortográfico. Tampoco
es, como pudo haberse entendido, el que se pretenda reconocer un dialecto
o la independencia del idioma que pudiera incluir los postulados de
Sarmiento o Andrés Bello o el reconocimiento de tecno-lectos
ni la represión o permisividad de lo autóctono. Tampoco
es el pensar si un dialecto es superior a otro más allá
de que esto se considere que no pueda ser planteado por un elemental
problema de segregación. Es la tendencia, no más que la
tendencia, arbitraria de mutilar el signo lo cual interpreto como una
tendencia discriminatoria.
Al preguntárseme en una ocasión porqué leía
así o, si acaso, siempre lo hacía de la misma manera invertí
inmediatamente la pregunta diciéndome ¿cómo no
leen? Luego pensé que la gente no lee lo que ve sino que lee
lo que sabe. Recordé para ello unas palabras de Picasso en relación
de una pregunta que le formuló una señora en una muestra
del artista donde éste contestó: pinto lo que sé,
no pinto lo que veo .
Resulta evidente que la gente, en general, lee lo que sabe y escribe
igualmente lo que sabe leer. El saber en tanto se constituye en la articulación
de significantes establece un juicio. El juicio, la más de la
veces como en este caso, discrimina al ignorante que no aprendió
a leer o que lee mal o no le fue enseñado la correcta lectura
y uso del idioma. El saber se produce toda vez que se ejerce y tiene
por tanto de característica el ser actual. Es así que
esa transmisión que se realiza es de actualidad. Ergo, cabe colegir
que es dominante el acumular saber y reproducirlo. Este saber fue una
vez asimilado por medio de alguna transmisión o enseñanza.
Obviamente que también es algo notable en el pueblo latino americano
el que esté en sus pretensiones las cuales no llevan poco tiempo
de vigencia esa acumulación de saber y el valorar por ello la
erudición. Ésta no es otra intención que aquella
que oblitera, tapa o cubre la ignorancia. Al proceder de esta manera
si bien disimula la misma lo hace al precio de, paradójicamente,
mantenerla, de preservarla. El saber, por el contrario, requiere de
la ignorancia. Y la requiere a efectos de usarla. No puede ejercerse
el saber sin hacer uso de la ignorancia e incluso de, algunas veces,
necesitar el mostrarla. Es la cuestión de la sabiduría
que , como puede fácilmente colegirse, no condice con la erudición.
El trato de la ignorancia es la diferencia esencial: quien propende
a la erudición la mantiene, la preserva y la cubre; quien, en
cambio, propende a la sabiduría la expone a efectos de usarla,
la descubre y, al hacer saber, la elimina. Que el uso de idioma dé
metafóricamente cuenta de esta particularidad latinoamericana
no es extraño de manera alguna.
CONCLUSIÓN :
Pese a
que pueda resultar arrogante, comienzo a concluir con la frase no ven
lo que ignoro y el saber puede segregar. Me ha resultado harto común
el que, en la manifestación que es la escritura pública,
expone la mayoría del pueblo latinoamericano su hábito
de tender a la discriminación observado esto en la mutilación
de las letras cuando son escritas en mayúsculas. Es óbice
que muestra toda vez que enseña e inculca a las futuras generaciones
la costumbre que pondera la ilustración erudita con el no menor
costo que implica la segregación. Suele la necedad ser excelente
compañera de la discriminación y los necios, se sobreentiende,
no aprenden aquello que enseñan .
RESUMEN
Este artículo
refiere a cómo se transmite la disposición a discriminar,
a segregar. Establece una de las formas en que esto se lleva a cabo
que es mediante la escritura y, especialmente, la que se ofrece públicamente.
Confiere, asimismo, a la escritura del idioma español en hispanoamérica,
el ser un medio de trasuntar que posee la población. Destaca
la importancia del acento ortográfico y cuánto su ausencia
en las palabras escritas con letras mayúsculas conlleva una mutilación
de lo escrito que asocia a la que se puede dar en cada sujeto. Allí
deduce cuánto el sujeto está en cada significante por
lo que grave resulta tal falta en la escritura. Ello, afirma, es común
y propio de la idiosincrasia del argentino
tanto como la del latinoamericano. Alude, a su vez, a la tendencia a
la erudición de estos pueblos que preservan de tal manera la
ignorancia y no dan lugar a la sabiduría o producción
de saber. El aprendizaje de un saber así ajeno induce en ocasiones
a la discriminación que observa en las palabras escritas con
letras mayúsculas en los carteles públicos y otros.